La idea.
La idea la soñé. O me soñó ella. Fue apareciendo poco a poco, expandiéndose y haciéndome pensar cada día un rato en ella. Todo mientras hacíamos Arrrr! Y la idea cada vez me gustaba mas. Así que la conté. Y la respuesta fue: ‘Vaya, puede molar’ (o algo así).
No necesitaba mas.
Me puse a escribir el guión, una historia general, los por qués y los comos, el contexto. De donde viene el protagonista? Por qué recoge estrellas? Un simple runner de caida libre.
Presenté el escrito. Algo muy general. Y pasé la pelota a Che para que aportara sus ideas y escribiera un poco.
Y ahí todo explotó. Escribir guiones entre varias personas no es muy productivo. Siempre tiene que haber un director, aunque las cosas se decidan entre varios. Cada persona tiene sus ideas, la imaginación se desborda, empiezas a ver el juego finalizado en tu cabeza y a veces, esas versiones de varias personas, chocan.
Tras un pequeño mosqueo las cosas se calmaron, volví a releer las propuestas nuevas y, claro esta, me di cuenta de que no están nada mal. Al menos algunas. Y, aunque en un principio no estaban programadas, mejorarían la jugabilidad. Así se convirtió en un runner con plataformas y posibilidad de exploración.
Reescribí el guión. Lo partí en fases basándome en la jugabilidad. Con puntos claves en la historia. Con una meta.
Lo presenté y gustó.
Tras unos 3 meses de darle vueltas con calma, empezaba el trabajo de verdad.